Ética y Pediatría

Es indudable pensar que después de ver un tema tan delicado como es el inicio de la vida, en el que debemos sortear los embates de un nacimiento traumático, se ponga ante nosotros un tema que vendría siendo la continuación de esa etapa, que siendo un periodo bastante complicado y delicado, es el mas tierno e inocente.

Es imposible no recordar parte de nuestra infancia, en la que con las cosas mas simples éramos felices, en la que nuestros problemas eran fáciles de resolver, y en la que solo esperábamos jugar, que fácil es ahora para nosotras ser niño, pero que difícil para ellos llegar a serlo.

Los niños son personas vulnerables y frágiles que tienen derechos que los adultos debemos cumplir, pero que muchas veces pasamos a llevar por el simple echo de pensar que por ser niños, nada pueden hacer, sin embargo, muchas veces nos dan las lecciones mas importantes de nuestra vida y ponen en jaque toda nuestra “experiencia”.

Ahora sabemos que los niños tienen derechos de expresarse libremente, de crecer en un ambiente cariñoso y protegido, de desarrollarse en todo ámbito y de ser libres, pero que ocurre cuando son hospitalizados los niños, ¿pierden sus derechos?

No, ellos continúan teniendo sus derechos, lo que ocurre en estos casos es que se incoporan nuevos derechos para ellos, en el que se garantiza una atención y cuidado óptimos, en el que nosotras como agentes de salud y futuras enfermeras cumplimos un rol crucial, que no solo velara por la manutención y mejoramiento de la salud de los niños, sino que además nos convertimos sin quererlo en las grandes aliadas de los padres, que ven a sus niños tan indefensos, que necesitan de nuestro apoyo tanto físico como emocional, especialmente en aquellos niños que padecen de una enfermedad crónica, terminal o con retraso mental, en la que los padres pueden tomar varios caminos respecto a la salud de sus hijos, que puede ser que los acepten y los cuiden todo el tiempo que sea necesario, aun con sus discapacidades, o pueden rechazar el echo de que puedan llegar a morir antes que ellos, o pueden también dejarlos abandonados, porque no aguantan el echo de que sus niños, se vayan a morir, sean diferentes o demanden mucho de su tiempo.

Muchas son las cosas que pasan por la cabeza de las familias cuando tienen un niño hospitalizado y con problemas, por esto que nosotras debemos actuar de la manera mas respetuosa, comprensiva y contribuir a disminuir o prevenir la estigmatización que habitualmente condicionan estas enfermedades ante la familia y el medio social.